domingo, 27 de mayo de 2012

ITINERARIO, ROMERÍA, PEREGRINAJE

El camino espiritual tiene un proceso 
cuyas fases, dependiendo de conciencia,
durar pueden días, años o muchas vidas
en madurar (mas la caída es repentina);
son etapas del camino habitualmente:

La primera una fe ciega transmitida 
por cultura en que se nace: tradiciones 
adaptadas a la Historia y circunstancias;
son así las llamadas “religiones”
basadas en Verdad que un día encarnase
expresada en avatar que la vivía.

Pero luego la pureza del mensaje
se contamina en las instituciones
que le inculcan a los fieles los valores
para garantizar su-pervivencia:
desde los ritos folclóricos amables,
hasta la “guerra santa” en ocasiones.

En plan simpático uno se va al Rocío
a bailar sevillanas a la Virgen,
y en plan fanático es el “dios con nosotros”
que ayude a aniquilar al enemigo.

Tienen dogmas infalibles y pecados 
que castigan con infiernos, también premios 
que a uno grande se resumen: “vida eterna” 
para el cuerpo a que goce en paraísos.

Cuando el cuento no nos basta ya que vemos 
lo infantil del planteamiento, lo dejamos 
(pues la “fe del carbonero” “rompe el saco”)
y se pasa normalmente a lo que sigue: 


Puede ser a un materialismo romo
del “carpe diem” en todas sus variantes
de buscar el placer en lo que es físico
y evitando el dolor a todo trance;
aferrar las circunstancias que me afirmen
en la idea que me hago de mí mismo
como cuerpo a procurarle todo estímulo
y en el culto sea del músculo o del poro
rechazando enfermedad, vejez y muerte
… hay ideas que se curan con el tiempo.


Un poco más allá en las inquietudes,
y aun apoyados en muletas mundanales,
de la razón, del “buenismo”, de la estética…
adoptamos de común ciertos valores
en que atisba la noción de trascendencia

… puede ser en ideologías laicas:
lo ecológico, proteger a las ballenas
o cuidar a los lémures con sida…
con activismos de todos los colores:
oenegés, nacionalismos y partidos;
quizá en colas de museos y conciertos
haciendo un rito del arte o de la ciencia;
y/o buscando la figura de algún líder
al que investir de unos poderes mágicos
sea en lo cultural, social o en lo político.

Podrán hacerse labores meritorias
de ayudar a los más necesitados
y luchar por paliar hambre en la tierra,
pero aquí lo que importa es la otra hambre:
aquella que es voraz de transcendencia;
nadie puede así ayudar si no está libre 
él mismo de necesidad de ayuda,
pues ya se sabe: si un ciego guía a otro, 
acaban ambos dos cayendo al hoyo.

Nos pasamos un buen tiempo dando tumbos 
por el largo desierto de las cosas 
o personas que aferramos como mitos 
a llenar un vacío insoportable;
ya por fin cuando caemos en la cuenta 
que nada de eso basta y que se queda 
a nivel meramente de lo efímero, 
buscamos algo de valor permanente
pues la felicidad no conseguimos
con personas ni con cosas, ni con logros
o dinero, poder, fama… —tan sólo humo—
y así se avanza a la siguiente etapa.


Que es muy dura pues ya no disponemos 
de algún dogma incuestionable que nos guíe 
ni de fes que da el mundo; el desengaño
del “esto no”, parece no acabarse;
alguien dijo era al alma noche oscura 
este tiempo de búsqueda incesante:
reconocer lo que no satisface
y aún no dar con aquello que nos colme.


Hasta un día que acaso una palabra,
o algo visto, quizás algún ejemplo,
abre brecha en la mente y se divisa 
alguna luz por débil que esta sea
y ya la habitación no sigue a oscuras;
podemos distinguir dentro de ella 
y procurar que esa grieta sea más grande 
en intuición de la luz que está ahí afuera.

Por supuesto, la casa es nuestra mente 
impidiéndole al Sol el paso franco,
cerrada a “cal y canto’’ en estructuras
a lo que siempre es y siempre ha sido;
lo importante es que tal luz ahora propicia 
nuestra propia visión en evidencia:
ya no se necesita el apoyarse 
en lo que digan otros, ni “creer de oídas”.

No más tópicos, mandamientos o eslóganes 
por muy santificados que estos vengan,
ya no necesitamos argumentos 
ni discusiones, ni convencer a otros;
ha estado siempre allí la maravilla 
de la Energía, el Amor, la Inteligencia
de lo que está hecho todo y que demanda 
ir hacia ello integrándose en el Todo.

Por cierto: desaparece la “persona”;
al fin y al cabo un compuesto de amasijos 
de ideas, de memoria, de pasado,
de proyectos, tan sólo proyecciones
alejadas de lo Real: aquí y ahora;
el silencio, el testigo implacable,
es la puerta de entrada a lo infinito 
que nos libera de esta pesada broma.


¿Como avanzar desde una hacia otra fase? 
se pregunta quien siente ya el llamado:
sinceridad y cuestionarlo todo
en incesante conciencia vigilante,
es lo que hace avanzar en el camino.

Y aparte de caminos y procesos
está lo inesperado del Espíritu
que por supuesto “sopla donde quiere”
y hace su voluntad sin constricciones.




© albertotrocóniz / 12
Texto de: “LA BÚSQUEDA INCESANTE”
Imagen de: "FOTOFILTRADA"


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