domingo, 21 de octubre de 2012

VIDA EN EL "ESPÍRITU"

Aguas de Trafalgar, a veintiún días
del mes de octubre 1805:
el mar se infesta de cadáveres
españoles, ingleses y franceses.

El almirante gabacho, el gran inepto
Villeneuve causante del desastre
es capturado junto a su buque insignia.

En la cubierta del San Juan Nepomuceno
Cosme Churruca comandante del mismo
de un cañonazo pierde la pierna izquierda
y al poco muere sobre ella desangrado.
De manera similar en su navío
perece Dionisio Alcalá Galiano
cuando una bala destroza su cabeza.
Federico Gravina en pocos meses
fallecerá al gangrenarse heridas.

En la sentina del HMS Victory
yace en trance de muerte el almirante
Horacio Nelson, orgullo de Inglaterra.

Herido en la columna por mosquete
resiste en su agonía hasta la hora
de recibir noticias de victoria
sobre flota enemiga franco-hispana;
ya se puede morir, mas intranquilo
dice al capitán Hardy con voz ronca:

“Al agua no, no me tiréis al agua,
que aunque a tantos yo allí les diese tumba
no quiero ser comido por los peces;
llevadme hasta la patria, hasta Inglaterra,
dadme sepulcro bajo su tierra amada
… y ahora adiós, besadme buen amigo,
decidme buenas noches y ¡hacia casa!”.

Tal del marino las últimas palabras;
su buen amigo ha de cumplir promesa,
mas queda un largo viaje de regreso
y conservar el cadáver sea otra hazaña.

Se decanta la solución posible
de encerrarlo dentro un tonel de brandy,
marca “Napoleón” que han requisado
como botín de guerra al enemigo
que en su nombre a celebrar victorias
los franchutes llevaban (casi intacto).

Dentro esas duelas podrán llevarlo al duelo
que prepara nación a su almirante
(y ahora no aguas salobres sino dulces
del “eau-de-vie française” que coñac llaman
será el fluido que trasege al marino
pues en él sumergido no se escama).

Pero allí inmerso macerado en el caldo
—temperatura y alcohol de muchos grados—
fermenta el cuerpo y al cabo el gas estalla
explotando maderas de barrica
con gran estruendo cual si partiera un rayo
de un Júpiter tonante de los mares
que vuelve en espiritu(oso) hacia los vivos:
el capitán y demás oficiales,
quienes pasmados por la visión dantesca
y apenas dando crédito a sus ojos
ante momia del lord firmes se cuadran.

Tras unos días de viaje a puerto arriban
y el despojo de Nelson ya secado
y revestido con toda formal pompa
cual merece ese espejo de virtudes
para la juventud anglosajona
(aun desprendiendo etílicos vapores),
en medio un cortejo impresionante
es trasladado a catedral San Pablo.

El almirante enemigo prisionero
Villeneuve presencia las exequias
y musita para sí con ironía
al tiempo que se mesa el mostacho:
"por el certero disparo de mosquete,
y el buen cognac francés, al héroe Horacio
se hace posible hoy verlo enterrado".

Tiempo después liberan al cautivo
que vuelve a Francia pero no le perdona
el "empereur" con él muy enojado
por el desastre que ha causado a su flota 
(todos sus sueños de invadir Inglaterra
con este inepto se le han quedado aguados).

Por pisos de París vive en pobreza
desprestigiado, sólo y sin un franco;
de agentes de Fouché tiene visita
y de seguido él visita el camposanto
(se "suicidó" apuñalándose seis veces).

Al poco Villeneuve ya en compañía
en los cielos con Nelson, algo amargado,
de tertulia con Churruca y Gravina
y también con Alcalá Galiano
comenta a su rival y ahora ya amigo:

“¡qué paradojas tuvimos en la vida:
a mí, tanto tiempo a su servicio,
Bonaparte ordenó “liquidarme”,
y a ti que fuiste su acérrimo enemigo
el buen “Napoleón” te ha conservado!”.





© albertotrocóniz / 12
Texto: de “ TORRE DEL HOMENAJE
Imagen: “Batalla Naval”,
de "FOTOPINTURA"

Otros enlaces “Post”-relacionados
en el Tablero “TORRE DEL HOMENAJE”:



1 comentario:

  1. http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2012/10/batalla-de-trafalgar-horatio-nelson.html
    http://tinyurl.com/gpcw6q6

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