sábado, 6 de abril de 2013

ASISTIENDO AL TEATRO EN SIRACUSA


Esas gradas de piedra son como alas
en que remonto hacia el lejano punto
en el tiempo —pero a este mismo espacio—
donde asistí con un dilecto amigo
vendedor de caballos en oriente,
a una obra teatral del gran Esquilo.

La tarde era muy clara y a lo lejos
el infinito mar azul cerúleo;
en un término medio eran los árboles
verde telón de fondo para escena;
gentes de Siracusa iban llenando
poco a poco el amplio graderío:
la expectación, el verse unos a otros,
los comentarios sociales y políticos:
"¿hoy qué nueva ocurrencia habrá el tirano?"…

Y luego la función de la Orestíada;
el dios Hermes planeta por los cielos
daba su bendición a los afanes
del autor, de actores y del coro,
y al que escondido en la cercana gruta
a la que llaman la "Oreja de Dionysio"
causaba enorme efecto con el eco.

Fuera algo memorable la velada
que hoy llega a mí después de tantos siglos;
mi amigo y yo compartíamos intereses
de varía índole, y no sólo poética
pues los dos estábamos "colados"
por una chica (que hoy día se llama Bronwyn)
y avistándola más abajo unas gradas
ponderamos su belleza y virtudes
y maneras posibles de abordarla.

Ya al salir, en la taberna celebramos
con hidromiel, queso curado e higos
el tan buen rato pasado en esa tarde;
comentamos de lo humano y lo divino,
de apuestas más probables al hipódromo,
de su afición que eran las armas blancas…

y prometimos volver pronto a encontrarnos
—mostrándose los dioses favorables—
de nuevo en el teatro en Siracusa.




© albertotrocóniz / 13
Texto: de “VIAJE A SICILIA”
Imagen: de "FOTOFILTRADA"


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