miércoles, 25 de diciembre de 2013

SOBRE LA CATEDRAL LA ATARDECIDA


Felicidad: cimborrio de alta torre
donde el amor atrae en sus quehaceres
a los vientos que rolan por el llano
chocando con edades milenarias.
El camino va andándose con pasos
admirados e inquietos recorriendo
aquel puente tendido por los siglos
sobre afanes anegados del tiempo.

En la montaña mágica resuena
la armonía callada de los astros;
el sol que ahora se pone es un arcángel
que toca su trompeta circundándola.

Sobre la pétrea Rosa de los Vientos
opalinos colores de la tarde
proponen el enigma no resuelto
de la antigua belleza a nuevas gentes.

Se oye música urdida en las esquinas:
ciegos violines del callejón asoman
con notas desgranadas esparciéndose
en corazones tentando trascendencia.

Aledaños de seres incompletos:
lo oscuro de la mole les acecha
y a ella retornan tras fútiles faenas,
a la penumbra que incita en alma luces.

Abiertos son portones a la duda
de si fue cierto aquel antiguo mundo
que hizo posible el transgredir las leyes
que aplastan contra el suelo la materia.

Pilares cual palmeras, pétreo bosque
en oasis de frescor en esta tarde:
zambullida hacia el gozo desde el tórrido
hosco asfalto falaz que nos escupe.

Rodeando por la nave en singladura
los minutos rompientes en la quilla:
olas de oro y de plata en alternancia
que entramados fabrican los tapices.

Escudos, lápidas, grabados con un nombre
—nombre de todos, arena emocionada—
y en pentagrama del libro de las horas
van colgadas las notas cual vencejos

… surcando los espacios volanderos
—bóveda azul es fiel “imago mundi”—
cuando los trinos del órgano ya se oyen:
plumaje inmaterial de mil colores
que surge, se levanta, se disipa…




© albertotrocóniz / 13
Texto: de “CARNET DE VIAJE
Imagen: “Catedral desde el Puente Romano”
en Visión de Salamanca,
 de "FOTOPINTURA"

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