sábado, 31 de enero de 2015

ME CONFIESO CRISTIANO IMPENITENTE

Cristina es para mí —lo tengo claro—
la persona asignada por los dioses,
es mi destino en alegría y tristeza;
su simpatía compensa defectillos
(por ejemplo: es hiper-navideña)
y a mí me aguanta, lo cual es un gran tanto.

Celebro el día en que aquí la encontrase:
lucía vestido fucsia y su sonrisa;
yo la reconocí inmediatamente
como si se tratase de un reencuentro
tras de haber estado juntos por más vidas
en otras épocas y en muchas circunstancias.

Así empezó nueva etapa del viaje,
un largo viaje por tiempo y por espacios
del que daré brevísimos retazos
de algunos episodios entrevistos
en intuición, sueños, o regresiones,
con "poesía y verdad" en su relato.

Nuestra primera escena sale en África
todavía no humanos, animales,
aun ya mamíferos de cierto desarrollo;
ni platelmintos ni nematelmintos
… ¡como leones!.
Y…
Aparearse contigo muchas veces
como hacen el león y la leona
en sus cópulas durante todo el día
y también incansables por las noches.

Todo leones; es seguro que aquellos
que de ello salgan repitan mismos ritos
del sexo, de la caza, de la muerte,
de ser en Creación, eso, leones.

Polvo de estrellas somos en mil formas;
la tuya y mía en felina dio a encarnarse
y en descendencias que dan comienzo ahora
—sí, lo sé, ya ha sido en el pasado—
volveremos muchas veces a esta escena.*


Principió en la prehistoria como humanos:
ella era “Neanderthal” y yo “Homo Sapiens”
(perdón por el epíteto excesivo);
chocaron las miradas, nunca antes 
había visto un ser de tal pelaje,
algo extraño y al tiempo fascinante,
de aspecto primitivo tan exótico.

Prendió el amor de forma animalesca
como prende fricción con dos palitos
para hacer fuego y asar unos mamuthes;
después del ágape nos arrimamos juntos 
cerca de hoguera por combatir el frío;
debajo de las pieles nos buscamos,
tú despedías un olor tan intenso…

Podía yo escribir —de haber sabido—
los versos más tristes esa noche;
en el azul titilaban estrellas 
y el viejo impulso condujo al apareo
… aunque no fue posible descendencia
que algo no funcionaba con los genes.
(de esta historia pueden ver más detalles
en otro post dedicado al efecto).**


Siglos más tarde asistía al teatro
en la hermosa ciudad de Siracusa
(era en la época en que regían tiranos);
yo estaba en la función con un amigo,
un egipcio tratante de caballos.

Fuera algo memorable esa velada
que hoy llega a mí después de tantos siglos
(en la que una obra de Esquilo se estrenaba);
mi amigo y yo compartíamos intereses
de varía índole —y no sólo poética—
ambos dos estábamos "colados"
por una chica a quien decíamos Bronwyn
(que en realidad Dionisia se llamaba).

Avistándola más abajo unas gradas
ponderamos su belleza y virtudes
y la abordamos llegados al descanso;
yo fui a ofrecerle seis yeguas escogidas
y este mi exceso le resultó muy grato.***


¡Cómo me vienen de nuevo a la cabeza
esas escenas de un pasado soñado
en la remota China legendaria
cuando viví y allí era funcionario
aplicando las normas confucianas
guiándome del I Ching en decisiones!.

Fui muy feliz, a veces lo recuerdo
con gran nostalgia, yo la leía mis versos
entreteniendo veladas sobre el lago
en el kiosko del puente de nenúfares;
sorbíamos té de jazmín oyendo música
de su laúd en notas pentatónicas.

… me refiero a cierta concubina
de un cutis exquisito en porcelana
quien encontré como "media naranja"
y fue en efecto mi entera mandarina.****


Luego de siglos en la España del Austria
don Felipe Tercero que Dios guarde,
ella era dama de alcurnia de la corte,
yo un caballero que le enviaba poemas
desde escuadrón en los tercios de Flandes
pergeñados en solaz entre batallas
aunque siempre prisionero de mazmorras
—a sus ojos profundos me refiero—.

Recuerdo alguno de asaz grande artificio
al que diese forma de caligrama
(quizás de aquello derive esta manía
que me hace hablar siempre en endecasílabos).*****


Eran los siglos XVIII-XIX
en la Alemania del romanticismo,
yo a la sazón me llamaba Juan Wolfgango;
de juventud intensa y tormentosa,
buscaba mi alma en brazos muchas chicas
pero escapando de cualquier compromiso
(¿no fluye el mundo en todas sus corrientes?,
¿porqué ha de retenerme una promesa?).

Cansado de las damas neoclásicas
que poblaban salones de palacios
en la corte donde fuera ministro
di la gran espantada huyendo a Italia;
fue a la vuelta, resignado a la bruma,
que la encontré en humilde cabaña
y se llamaba ¡oh sorpresa!, Cristiana.

Se me acercó para venderme flores
(que no dejó ya nunca en ofrecerme)
y al cabo a ella me uní con gran escándalo
de estiradas, celosas, cortesanas.

Era valiente y me salvó la vida
de soldadesca que pretendía matarme;
luego casé con ella, tuve un hijo…
después de algunos años quedé viudo
volviendo a las andadas con las chicas.

Hacia el futuro clamaba por sus ojos:
“Luz, más luz”, mis últimas palabras.******


Años treinta del siglo XX en Viena;
nos encontramos en el conservatorio
y éramos jóvenes estudiantes de música;
ella tenía apenas diecisiete,
larga trenza dorada, ojos azules,
tocaba a la sazón el violonchelo;
yo diecinueve, me llamaba Hans Burgman,
la acompañaba con la viola da gamba.

Cuando Austria fue invadida por los nazis
participamos en la resistencia
clandestina y en extremo peligrosa
que nos uniese incluso más que música.

En alguna intentona de atentado
yo fui herido de bala y capturado
trasladándoseme a un interrogatorio
al cuartel general del enemigo,
pero morí tendido en la camilla
con un postrer deseo: reencontrarla
confiando reconocería sus ojos.*******


Lo que cumpliose nacidos en la España
de la autarquía de los años 50;
tras largo tiempo de desazón buscándola
me la encontré con su vestido fucsia…

“Seguro que eres Piscis” le dijera
a la vista del porte y las facciones
y asombrándose de que lo adivinase
reconoció que en efecto lo era
y allí “picó” pues ellos son curiosos
y no me asemejaba a sus moscones.

Poco más tarde me declaré en la nieve:
“Tú y yo nos conocemos de hace siglos 
y yo soy la persona que esperabas,
que unos ojos reconocen a los otros 
y así ha ocurrido cruzando las miradas
por la primera vez en esta vida
que ya en otras hicimos mil jornadas 
y ahora de nuevo con el reencuentro en esta
se inicia en la andadura otra mañana”.*******

… parece que el discurso hizo su efecto
y hasta aquí la cosa desde entonces
tomados de la mano en nuestra andanza.

(Continuará) 



© albertotrocóniz / 15
Texto: de “AUTOBIO”
Imagen: de “FOTOPINTURA”
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1 comentario:

  1. http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2015/01/me-confieso-cristiano-impenitente.html
    http://tinyurl.com/kfkh563

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